Descripción
Se trata de una pieza con influencia de obras impresionistas y surrealistas que intenta “parodiar” las clásicas pinturas de paisajes ahondando en el simbolismo. De algún modo no somos más que el mero reflejo de todo aquello de lo que nos nutrimos, expuestos constantemente a pequeños fragmentos de información que regurgitamos y expulsamos moldeando nuestro propio universo. Esta obra fue un encargo muy personal sin ningún tipo de finalidad comercial debido a esto se trató de un absoluto experimento, donde la variante del tiempo de ejecución no entraba en juego. Fue una pieza que se coció muy lentamente, donde numerosas partes de la misma fueron repetidas varias veces, otras tienen más de 5 capas. Algo muy llamativo de este cuadro es el enorme peso de la experimentación con las texturas, en algunas zonas del lienzo, el espesor de la pintura llega hasta los 3cm.